El orden dice mucho de una persona. Hablando en cuestiones familiares, siempre he procurado que mis hijos tengan presente el orden como parte de su vida diaria, pues al ser disciplinados, el equilibrio emocional y de ideas es más productivo y fluye con mayor naturalidad.

Tener orden no sólo es mantener cada cosa en su lugar: es hilar ideas y acciones con objetivos claros. Es saber qué va primero y que va después, qué se puede hacer y cómo hacerlo de la mejor manera posible.

Cuando fui gobernador sustituto, una de mis principales tareas fue tener un Nuevo León más ordenado, y esto comienza en casa: Un gobierno ordenado se traduce en ciudades, caminos, finanzas, y obras públicas ordenadas. Durante los meses que ocupé el poder ejecutivo del estado, pusimos orden en las finanzas del estado y redujimos la deuda, comenzamos con la colocación de semáforos inteligentes para tener vialidades más ordenadas y con tráfico más fluido, además de realizar otras acciones que sentaron las bases para un Nuevo León que pudiera crecer y en el que se quisiera invertir.

El caos y el abandono en el que ha caído nuestro estado y nuestra ciudad es en gran medida producto de que se ha gobernado sin orden. No podemos permitir que sigamos gobernados por ocurrencias e improvisación.

El camino a seguir, lo que ha hecho grande a Nuevo León, es tener orden en lo que hacemos y en hacia dónde queremos llegar.