Animales no son artistas ni payasos: Hugo Luna

Jal.| 12 sep. 2014

Esta semana los tapatíos recibimos una buena noticia. El lunes, el cabildo de Guadalajara aprobó la propuesta del regidor de Movimiento Ciudadano, Salvador Caro, para prohibir el uso de animales en el circo.

Esta medida, que ya es una realidad en Tlajomulco, coloca al municipio al nivel de países como Finlandia, Suiza, Suecia, Dinamarca, Canadá, que también prohiben el uso de animales en el circo y tienen reglamentos muy duros que protegen a los animales de la tortura y la crueldad.

El nuevo ordenamiento del Reglamento de Espectáculos, el cual establece penas de hasta 70 mil pesos por espécimen a los circos que no respeten la medida, representa un avance en contra de la crueldad animal y constituye una victoria de la sociedad civil y de las organizaciones que han luchado durante años para erradicar el maltrato animal en el circo.

En el caso de esta propuesta, el regidor Salvador Caro, trabajó intensamente con asociaciones como Igualdad Animal, Adopta Guadalajara, Justicia y Dignidad Animal y Red Pro Gato, las cuales han sido clave para la elaboración del proyecto.

En el caso de Igualdad Animal, desde hace un año ha documentado y denunciado a 11 circos de Jalisco que no respetaban los derechos animales. Afuera de las taquillas, los miembros de la ONG informaban y protestaban para sensibilizar a la población respecto a la realidad que se escondía detrás de la alegría y el colorido de las carpas. Una realidad que incluía actos de esclavitud, historias de sufrimiento y muerte de muchos animales que sobrevivían en condiciones indignantes.

Quienes están en contra de esta medida, aseguran que los circos vivirán una crisis que obligará a decenas de familias a buscar nuevas fuentes de trabajo. Nada más lejos de la realidad. El Cirque du Soleil, el circo más famoso del mundo, no utiliza animales, sino que contempla el espectáculo desde una perspectiva más artística, vestuarios llamativos y una narrativa original. Los dueños de los circos, tendrán que quebrarse el coco para ofrecer espectáculos respetuosos de la vida.

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