De alianzas y coaliciones en el caos: Enrique Ibarra

Jal.| 1 nov. 2014

Mientras el país es un gran reclamo de justicia y está sumido en la indignación, las piezas del tablero electoral ya se están empezando a mover de cara al 2015. Como en un juego de estrategia, cada partido comienza a hacer sus amarres y han echado a andar sus procesos internos para elegir candidatos y definir sus alianzas.

En Movimiento Ciudadano, decidimos hace más de una semana que no era congruente hacer coaliciones con los partidos políticos que han arruinado el país y que han sumido a sus ciudadanos en la desesperanza y el desencanto.

Bajo la lógica de que no somos más que una herramienta que permite que ciudadanos puedan aspirar a ejercer algún cargo público con honestidad y orgullo (para generar buenos gobiernos), la determinación de ir por nuestra cuenta no es una postura arrogante, sino todo lo contrario.

Precisamente, porque existe la convicción de que la ciudadanía es la que va, en muchos sentidos, por delante de los partidos, debemos intentar ir a su paso y tomarlos como ejemplo.

Por otro lado, en el PRI se tejen las alianzas con sus colaboracionistas habituales en las últimas elecciones, el PVEM y Nueva Alianza, que ya preparan todas sus armas y se alistan para ejercer toda su fuerza como aparato.

Por último, está la llamada "alianza Frankenstein" PAN-PRD, la cual parece ser un hecho en Jalisco. Se trata de un fenómeno inédito en el estado, pero no en el país. Esta extraña unión, que pone en el mismo bando a dos partidos que representan ideologías completamente distintas, seguramente hará temblar a las bases y al voto duro de ambos partidos.

¿Cómo reaccionarán los panistas de toda la vida cuando se enteren que su alianza irá con un partido al que muchos consideran antagónico?

El escenario social al que nos enfrentamos, de desconfianza de gobernabilidad, nos plantea a todos un reto único para 2015. El país arde y estamos bajo la mirada internacional. Las elecciones del próximo año serán no sólo un termómetro que calibrará el estado de ánimo y el hartazgo de buena parte de la sociedad, sino que marcará el rumbo del país en los próximos años.

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