La prudencia en la política: Enrique Ibarra

Jal.| 12 jul. 2014
A la memoria de Don Enrique Romero G. La lucidez, dedicación, y el alto valor que Rafael Valenzuela le confiere a la amistad congregaron hace días a tapatíos disímbolos en alineamientos políticos, Enrique Alfaro, Alfredo Peña, Clemente Castañeda, Ricardo Villanueva, Hugo Luna y Alberto Galarza, entre otros. El motivo la presentación del libro de Rafael, La phrónesis en la política. Con la innata curiosidad de infante que caracteriza al autor de preguntar, investigar para aproximarse al conocimiento, Rafael hizo una penetrante y singular lectura de Aristóteles (el de Estagira, por supuesto) sobre la relevancia que la aplicación por los gobernantes de las virtudes entre ellas la de la prudencia (phrónesis) tenía para la felicidad de los miembros de la polis. La travesía de Rafael abarca los orígenes de la vida helénica, sus dioses, su literatura, el pensamiento de los siete sabios, de los presocráticos y los sofistas. En su encuentro con Aristóteles, Rafael en forma sencilla y didáctica, nos dice que la prudencia en la política es el arte de discernir entre el bien y el mal, de actuar con buen juicio, inteligencia, astucia y aprovechar el momento oportuno para decidir. La prudencia viene a ser la síntesis de todas las virtudes, es el punto de referencia en la definición misma de la ética, entendida ésta no como un bien inasible, platónico, sino como la filosofía de las cosas humanas, el saber que pone al hombre en el centro de la cosas y que tiene como fin superior, el bien del hombre, su felicidad. La lectura del espléndido trabajo de Rafael, es oportuna y útil ante la descomposición de nuestra mal llamada clase política que se considera un estamento superior y cuyos integrantes en su mayoría trabajan para satisfacer sus apetitos personales. Bueno sería que leyeran el trabajo citado y que hicieran su quehacer público con la prudencia y la ética aristotélica. Posdata: Hay decesos en los que el dolor trasciende a la familia y alcanza a la comunidad. Hace días ocurrió el del Maestro Enrique Romero González, del que millares de estudiantes de derecho fuimos beneficiarios de su talento, generosidad, y vocación docente. Además de académico fue Notario Público y como funcionario en altos cargos siempre actuó con moderación, prudencia y espíritu de justicia. El fue en términos de ésta colaboración, un phrónimos; el que delibera, y gobierna con rectitud y con virtud.
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