Oaxaca es solo el síntoma.

Réplica de Medios| 20 jun. 2016

20 de junio del 2016.

Sí, la CNTE prendió una flama en Oaxaca, solo que el gobierno del Presidente Peña intentó apagarla con gasolina. El saldo hasta anoche era de al menos 6 muertos, y una vez más, los ojos de México y el mundo puestos sobre el Gobierno Federal.

 

Lo que pasó es un ejemplo de libro de texto de lo que no se debe hacer. Primero, porque el gobierno subestimó el conflicto. Según el propio comisionado de la Policía Federal, el primer desalojo fue sin violencia y no fue hasta después que llegaron grupos radicales. ¿Y no sabía el gobierno de esos grupos?, ¿no existe una labor de inteligencia para saber qué papel iban a jugar?, ¿llegaron a ciegas?

 

El gobierno también se equivocó al mentir en un comunicado, al afirmar que las imágenes de policías armados no correspondían a lo que ayer ocurrió. Ya por la noche, el mismo comisionado Galindo reconoció que sí llegó un grupo armado de Federales para hacer frente a los grupos que portaban armas. Qué necesidad había entonces de intentar desmentir el trabajo de agencias tan importantes como AP.

 

El equipo del Presidente Peña Nieto también tropezó al comunicar. Durante horas dejó que corrieran los hechos sin dar su versión, no ocupó el espacio de los medios ni de las redes, y cuando lo hizo finalmente, fue a través de un policía. Y no es un problema de capacidad del Comisionado Galindo sino un problema de manejo de crisis. Porque lo que ocurre en Oaxaca no es un problema policiaco, es un problema político y lo que hace falta no es solo la fuerza sino la capacidad de gestión política del gobierno.

 

¿Por qué tuvo una respuesta así? Porque en el Gobierno Federal nadie quiere pagar costos. Seis muertos, entre ellos al parecer dos maestros, y no hubo una postura de la SEP o de su titular Aurelio Nuño; más de 50 heridos, decenas de detenidos, marchas en diversos puntos de Oaxaca y del país, y ni una sola palabra del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio, que hace como si este problema no fuera suyo, porque ni modo de dañar sus aspiraciones.

 

La bronca que se incendió ayer es mayúscula. No solo porque no hay un plan de salida sino porque se suma a una lista de frentes simultáneos: tensiones con la IP por la venganza de la #3de3; broncas con las iglesias a las que trae entre ojos el SAT; tensiones con el magisterio de la CNTE en muchos puntos del país; y claro, una opinión pública claramente en contra que ve a un gobierno que perdió en las urnas, y que en vez de tender puentes ha decidido endurecer su postura contra todo y contra todos como si fuera un animal herido que teme por su sobrevivencia.

 

Lo de Oaxaca es malo, muy malo, pero es peor si entendemos que es solo un síntoma más de un gobierno que hoy no tiene la menor idea de hacia dónde va.

 

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