El Árbol de la Esperanza: Hugo Luna

Jal.| 19 dic. 2014

Año con año, los gobiernos municipales adornan sus plazas y lugares públicos con motivos navideños. Se ha vuelto costumbre encontrar monumentales árboles de Navidad como remate de la decoración de la plaza municipal. Para eso se destinan varios cientos de miles de recursos públicos, dinero del pueblo que no necesariamente es utilizado con racionalidad. Si bien es necesario fomentar las tradiciones y engalanar plazas para promover el turismo, la economía y la convivencia, existe un caso de celebración que quiero traer a colación.

Hagamos un poco de historia; existen varias teorías acerca del origen del árbol de la Navidad, y una proviene de Europa, donde los celtas empleaban árboles decorados para representar a sus dioses. Ya como árbol de la Navidad, su origen más directo es de los pueblos germanos influenciados por la cultura romana, quienes a su vez, lo obtuvieron de babilonios y egipcios. Desde los dioses celtas pasando por evangelizadores que quisieron desarraigar estas costumbres que consideraban paganas, iniciaron la transición hacia adoptar estas celebraciones a costumbres cristianas. Ya como lo conocemos, registran el primer árbol navideño en Alemania en el año 1605.

Ahora bien, regresemos al caso que podríamos nombrar como Árbol de la Esperanza. El equipo de gobierno de Tlajomulco de Zúñiga emprendió una gran empresa para ataviar su tradicional árbol de la Navidad. Hace algunas semanas lanzaron la convocatoria para recolectar botellas vacías de PET, para que con trabajos manuales y el esfuerzo de funcionarios, se pudiera modelar un sublime árbol de más de 7 metros de altura compuesto por unas 5 mil botellas recicladas. En lugar de gastar cientos de miles de pesos como acostumbran municipios vecinos, los insumos extra para el árbol no rebasaron los 5 mil pesos.Pensé nombrarlo Árbol de la Esperanza, no sólo por su belleza, sino porque demuestra que podemos fomentar la colaboración de todos para cuidar los recursos públicos, trabajar en equipo hacia una meta común, engalanar nuestras tradiciones, cuidar el medioambiente, pero, sobre todo, demostrar que cuando haces política de la buena, sí hay diferencias. ¡Feliz Navidad a todos!

Compartir