No lo merecemos: Guadalupe Loaeza

Réplica de Medios| 24 feb. 2015

Por extraño que parezca, ayer, México amaneció de buenas. Hacía mucho tiempo no recibíamos cuatro buenas noticias de un solo jalón. Últimamente nos hemos sentido tan perdedores y devaluados en tantos aspectos que mientras veíamos por la tele la entrega de los Óscares, temíamos que nuestros compatriotas, cuyos nombres habían sonado tantas veces, no figurarían en ninguno de los rubros. De no haber recibido ninguna estatuilla dorada, me temo que lo hubiéramos encontrado completamente normal.

Ni nos hubiéramos enojado. Nos hubiéramos alzado de hombros y nos hubiéramos ido a la cama con la misma actitud loser como solemos hacer prácticamente todas las noches. Por eso cuando escuchamos el nombre de Alejandro G. Iñárritu como ganador de la mejor dirección, mejor guión y mejor película, saltamos de nuestro asiento y ante nuestra sorpresa nos quedamos suspendidos en el aire por un lapso de dos segundos para después recaer de un sopetón en nuestro asiento. Lo mismo sucedió con el Óscar por la mejor fotografía de Emmanuel Lubezki. "Yesssssssss! Somos unos chingones!", nos dijimos con una enorme sonrisa en los labios. Hacía años que no pensábamos de nosotros mismos de esa forma.

Por eso muchos de nosotros escribimos, en ese mismo instante, no uno sino varios tuits, felicitando y agradeciendo a nuestros dos compatriotas por habernos devuelto la confianza en nosotros mismos. "¡Qué orgullo! ¡Qué emoción! ¡Estoy llorando de la alegría! ¡Viva México! ¡Bravo, Alejandro González Iñárritu!". Miles y miles de tuits giraban en el mismo tenor: el orgullo por México (más de 9 millones 500 mil en todo el mundo felicitando a González Iñárritu). ¿Cuánta falta nos hacía este tipo de reconocimientos? Por fin se hablaba bien de nuestro país. Por fin se reconocía el trabajo y el talento mexicano. Y por fin figurábamos entre los grandes. Pero todavía El Negro nos dio más gusto con el contenido de su discurso.

Fueron palabras dichas desde el corazón. Se escucharon tan genuinas y sinceras que no pudimos más que aplaudir y aplaudir por certeras: "Finalmente solo quiero tomarme un segundo para dedicar este premio a mis compañeros mexicanos: los que viven en México, ruego por que podamos encontrar y construir el gobierno que merecemos, y a aquellos que vivimos en este país, quienes somos parte de la última generación de inmigrantes en este país, espero que podamos ser tratados con la misma dignidad y respeto que aquellos que llegaron antes y construyeron esta increíble nación de inmigrantes". Treina y seis millones de espectadores de todo el mundo escucharon lo anterior. Muchos de los invitados en el teatro Dolby de Los Ángeles se pusieron de pie para aplaudir a González Iñárritu.

No podíamos estar más de acuerdo con él. A pesar de que el cineasta mexicano se encontraba en esos momentos particularmente eufórico e incluso presionado por todos los agradecimientos que tenía que dar públicamente, fue generoso y solidario con sus compatriotas. No los olvidó. Como tampoco dejó pasar la espléndida oportunidad de hacer hincapié al decir, públicamente, que rogaba por que los mexicanos podamos tener un gobierno que merezcamos.

No, no merecemos el gobierno que tenemos. Ya lo decía Carlos Fuentes al enterarse que Enrique Peña Nieto había confundido en la Feria Internacional del Libro los títulos de su obra: "el precandidato del PRI puede leerlo o no, pero a lo que no tiene derecho es 'a ser presidente de México a partir de la ignorancia'" (CNN). No merecemos tener un Presidente ignorante, no merecemos tener un Presidente cuya esposa es dueña inexplicablemente de la Casa Blanca. No merecemos tener un Presidente que nombra a un fiscal para combatir la corrupción de su gobierno, salvo la suya.

No merecemos tener un secretario de Hacienda que cuenta con una casa de campo enoooooooorme, la cual no ha sido debidamente declarada. No merecemos tener un gobierno en el cual puedan desaparecer, de la noche a la mañana, 43 estudiantes normalistas. No merecemos un gobierno involucrado con un partido como el Verde. No merecemos un gobierno que hace terribles recortes en los programas culturales. No merecemos un gobierno que expulsa a sus compatriotas al otro lado por falta de oportunidades. No merecemos tener un gobierno que a estas alturas del partido ya perdió la brújula. Y no merecemos un gobierno que, como dice Elena Poniatowska, más que dolernos, nos avergüenza.

Sabias y oportunas palabras las de González Iñárritu, quien desgraciadamente tuvo que irse de su país para tener éxito y reconocimiento internacional y poder decir desde un foro tan importante como fue la entrega de los Óscares, que rogaba, sí, rogaba por que México tuviera un gobierno que se mereciera.

Por lo pronto, ayer, México amaneció de buenas.

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