Nunca tiren el arma: Manuel J. Jáuregui

Réplica de Medios| 3 jun. 2015

Con respeto, pero enfáticamente estamos en total desacuerdo con los promotores del llamado "voto nulo". Vaya, es como en una batalla tirar el arma frente al enemigo. ¿A poco creen que ese acto "heroico" le hará mella al contrario? ¡Por supuesto que no! Se muere de risa y empieza a disparar.

Anular el voto favorece a los malos gobernantes, a la partidocracia, a quienes abusan del poder, a los corruptos e ineptos. El arma -y el voto es un arma, la única con la que cuentan los ciudadanos- que premia o castiga; ésta no se tira, no se avienta, no se desperdicia: ¡se aprovecha! Ello para castigar, como la mejor y única forma de ESCARMENTAR a los partidos y a los políticos que actúan EN CONTRA de los intereses del pueblo, que no lo escuchan, no lo atienden, se mofan de él, le mienten y lo engañan. El voto se emplea para "darles en su máuser" a los gobernantes perversos, a los soberbios, a los que se sienten dueños de la verdad y disponen de vidas y haciendas. Esos que olvidan que el poder ES DEL PUEBLO y se ejerce PARA EL PUEBLO, no en beneficio personal ni grupal. Así como el arma en la guerra se emplea de la manera que haga más daño y se dispara en el momento oportuno al enemigo, así es el voto.

Y que no les quepa duda, amigos, los malos gobernantes son enemigos del pueblo, pues sus abusos y desatinos le causan a éste graves daños.

De manera que el domingo 7 de junio el voto, "SU" voto, debe convertirse en un torpedo letal que vaya directo a la línea de flotación del buque del autoritarismo. En cada entidad el enemigo será distinto, siendo la idea QUITARLE EL PODER a quien no lo ha sabido ejercer en beneficio del pueblo. Preciso es hacer a un lado los fanatismos y el rollo ése del "voto duro" porque lo que se requiere no es "voto duro", sino ¡DARLES DURO CON EL VOTO!

Desaprovechar esta oportunidad anulando el voto es tanto como darse por perdidos, claudicar, hacerles el gusto a los perversos dejando caer el arma al suelo en momentos que se requiere cargarla al hombro, apuntar y disparar certero. ¡Nada les encanta más a los malos políticos que ver a un ciudadano dejar caer su arma en lugar de disparar con ella en el blanco! Si no nos quieren creer, lean por favor la PRUEBA MATEMÁTICA, estadística, valiosísima elaborada por el colega editorialista Jorge Alcocer, titulada "¿Quiere anular su voto?" y publicada ayer, pues demuestra en esta contribución sólida y contundente, con números, de manera irrefutable que anular el voto constituye el más craso error que puede cometer un ciudadano, pues lo único que logra es reducir un universo de votantes (votación válida emitida) que les FACILITA -y no estorba para nada- a los nefastos alcanzar y/o conservar EL PODER de acuerdo con nuestras leyes electorales vigentes.

Sabemos perfectamente que hay gente inteligente y respetada (incluso en estas mismas páginas) que argumenta que anular el voto constituye "un castigo" para los partidos políticos principales y satélites que nos han defraudado con su cínica corrupción y actúan en contra de los intereses del pueblo. ¡En esto se equivocan! Anular el voto no los castiga, al contrario, ¡significa para ellos un premio!

En otros países, en otras sociedades, en otros tiempos, quizás -en casos extremos y en sistemas muy sofisticados- pudiera justificarse tomar esta decisión muy simbólica, pero totalmente inútil de anular el voto.

Mas NO EN MÉXICO y NO EN EL ACTUAL MOMENTO.

Uno que requiere, para lograr elevar el nivel de Gobierno que tenemos en las instancias federal, estatal y municipal, cuando menos DOS COSAS:
 
1.- REDUCIR al mínimo la ABSTENCIÓN: en una democracia, la abstención es como la corrosión en un buque, si no se combate activamente acaba por hundirlo.

2.- EL VOTO DE CASTIGO: como nunca, requiere nuestro País que en pleno ejercicio democrático los CIUDADANOS tomemos de nuevo el poder y pongamos de PATITAS EN LA CALLE a los maletas y a los corruptos, sean del partido que sean.

Esto sí funciona, y al contrario, anular el voto es como soplarle al huracán: es un esfuerzo, sí, pero totalmente vano.

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