Respuestas breves a las 10 preguntas más importantes sobre el cambio climático
El tema puede ser abrumador y la ciencia, complicada. Además, las predicciones sobre el futuro del planeta suelen incluir advertencias y asteriscos interminables.
Lo entendemos.
Por eso, en la semana de la Cumbre del Clima en París, hemos reunido respuestas breves a preguntas frecuentes sobre el cambio climático.
09 de Diciembre de 2015
1. ¿Qué tanto se está calentando el planeta?
-16.83 °C, en realidad una cifra significativa.
Hasta octubre de este año, la Tierra se había calentado aproximadamente -16.83 °C desde 1880, cuando se empezó a guardar un registro a escala global. Esa cifra incluye la superficie del océano. El calentamiento es mayor sobre el suelo, e incluso aún mayor en el Ártico y en partes de la Antártida.
Esa cifra puede parecer baja, pero como promedio de la superficie de un planeta entero, en realidad es alta, lo cual explica por qué tanto hielo terrestre del planeta está empezando a derretirse y por qué los océanos están elevándose a un ritmo tan acelerado. El calor que se acumula en la Tierra por emisiones humanas es más o menos igual al que liberarían 400.000 bombas atómicas de Hiroshima si explotaran cada día en todo el planeta.
Los científicos creen que la mayoría, y probablemente la totalidad, del calentamiento que ha ocurrido desde 1950 tiene como causa la emisión humana de gases de efecto invernadero. Si no se les pone límite a estas emisiones, los expertos afirman que el calentamiento global podría exceder los -13.33 °C, lo cual transformaría al planeta y pondría en peligro su capacidad de sostener a una población humana grande.
2. ¿Estamos en problemas?
Las generaciones futuras sí.
Los riesgos son mucho mayores a largo plazo que en las décadas inmediatas, pero las emisiones que causan esos riesgos están sucediendo ahora mismo. Durante los próximos 25 o 30 años, los científicos afirman que es probable que el clima se parezca al que tenemos ahora, aunque empezará a calentarse gradualmente. Las lluvias serán más fuertes en algunas partes del mundo, pero lo más probable es que los periodos entre lluvias se vuelvan más calientes y más secos. Es posible que el número de huracanes y tifones disminuya, pero aquellos que sí ocurran obtendrán energía de una superficie oceánica más caliente y, por lo tanto, pueden ser más intensos que los anteriores. Las inundaciones costeras serán más frecuentes y causarán más daños.
A largo plazo, si no se les pone límite a estas emisiones, los riesgos son graves. Los científicos temen efectos climáticos tan severos que logren desestabilizar gobiernos, producir olas de refugiados, precipitar la sexta extinción masiva de plantas y animales en la historia y derretir los casquetes polares, lo cual ocasionaría que los mares crecieran lo suficiente como para inundar la mayoría de las ciudades costeras.
Todo esto puede tardar cientos o incluso miles de años, dando quizá un colchón de tiempo para que la civilización se adapte, pero los expertos no pueden descartar cambios abruptos, tales como el colapso de la agricultura, que acelerarían el caos. Esfuerzos más enfáticos para limitar las emisiones reducirían estos riesgos, o al menos harían más lentos sus efectos, pero ya es demasiado tarde como para eliminarlos por completo.
3. ¿Hay algo que yo pueda hacer?
Vuela menos, maneja menos, desperdicia menos.
Hay muchas maneras sencillas de reducir tu propia huella de carbono, y la mayoría de ellas te ahorrarán dinero. Puedes tapar las fugas en el aislamiento de tu hogar para ahorrar energía, instalar un termostato inteligente, utilizar bombillos ahorradores, apagar la luz en cualquier cuarto donde nadie la esté usando, manejar menos o utilizar el transporte público, desperdiciar menos comida y comer menos carne.
Pero quizá la mayor contribución que un individuo puede hacer es viajar menos por avión; sólo uno o dos viajes menos por año pueden ahorrar tantas emisiones como todas las demás acciones juntas. Si quieres estar a la vanguardia, puedes comprar un carro eléctrico o híbrido, poner paneles solares en tu techo, o incluso ambas.
Si quieres compensar tus emisiones, puedes comprar certificados, cuyo dinero va a proyectos que protegen los bosques, capturan gases de efecto invernadero y cosas por el estilo. Algunas aerolíneas los venden para compensar las emisiones de sus vuelos. Después de algunos escándalos, empezaron a revisar más de cerca estos proyectos, así que ahora sí se pueden comprar sin preocupaciones.
Sin embargo, al final del día, los expertos no creen que los cambios necesarios en el sistema energético puedan ocurrir sin una política firme a nivel estatal o nacional, por lo que opinar y ejercer tus derechos como ciudadano importa tanto como cualquier otra cosa que puedas hacer.
4. ¿Cuál es el escenario más optimista?
Varias cosas tendrían que decidirse a nuestro favor.
En el mejor escenario que los científicos pueden imaginar suceden varias cosas: la Tierra resulta ser menos sensible a los gases de efecto invernadero de lo que se cree actualmente; las plantas y animales logran adaptarse a los cambios que ya son inevitables; la sociedad desarrolla una voluntad política mucho mayor para tener las emisiones bajo control; y se dan avances tecnológicos que ayudan a la sociedad tanto a limitar las emisiones como a ajustarse al cambio climático.
Las dos variables en las que pueden influir los humanos no son completamente independientes, por supuesto: los avances tecnológicos que podrían bajarle el costo a la energía no contaminante también harían más fácil desarrollar la voluntad política para tomar acciones rápidas.
Pero los científicos dicen que, desafortunadamente, las probabilidades de que todas estas cosas se decidan a nuestro favor no son muy altas. La Tierra podría fácilmente resultar más sensible a los gases de efecto invernadero. El calentamiento global ya está causando caos en algunas partes de la naturaleza y eso parece que empeorará, no mejorará. Así que, para los expertos, simplemente apostarle a un escenario de color de rosa sin tener un verdadero plan sería peligroso. Según ellos, la única manera de reducir los riesgos es reducir las emisiones.
5. ¿Cuál sería el peor de los casos?
Existen varios.
En realidad es difícil decir cuál sería el peor, por eso los científicos están presionando para que se reduzcan las emisiones: quieren limitar la posibilidad de que suceda cualquiera de esos casos. Quizá el temor más grande es un colapso en la producción de alimentos, un alza de precios y una hambruna masiva. Incluso con un crecimiento desenfrenado de emisiones, no es claro qué tan probable es que esto suceda, pues los agricultores han logrado ajustar sus cultivos y técnicas para adaptarse, hasta cierto punto, al cambio climático. Otra posibilidad es la desintegración de las capas de hielo polares, lo cual llevaría al alza de los niveles del mar y obligaría a las personas a abandonar muchas de las ciudades más importantes del mundo y llevaría a la pérdida de miles de millones de dólares en propiedades y otros bienes. Los científicos también se preocupan por otros casos impredecibles, como el cambio en los ciclos del monzón asiático. Millones de personas dependen del monzón para tener agua para sus cultivos, así que cualquier trastorno sería catastrófico.
6. ¿Qué tanto subirán los mares?
La verdadera pregunta no es qué tanto, sino a qué velocidad.
El océano se está elevando a un ritmo de más o menos 30 centímetros por siglo. Esto tiene consecuencias muy severas en las costas, lo cual obliga a los gobiernos y a propietarios a gastar miles de millones de dólares para luchar contra la erosión. Pero si este ritmo continúa, probablemente sería manejable, dicen los expertos.
El riesgo es que el ritmo aumente de manera considerable. Si las emisiones continúan sin ningún control, entonces la temperatura en la superficie de la Tierra podría parecerse rápidamente a la de una era anterior llamada el Plioceno, cuando una gran cantidad de hielo se derritió y el océano se elevó aproximadamente 24 metros comparado con hoy en día. Un estudio reciente encontró que quemar todos los combustibles fósiles en el suelo derretiría por completo las capas de hielo polares y elevaría el nivel del mar más de 48 metros en un periodo de tiempo desconocido.
Sin embargo, después de todo esto, probablemente el problema principal no es qué tanto se van a elevar los océanos, sino qué tan rápido. Y en este punto los científicos básicamente están volando ciegos. La información más útil proviene de estudiar la historia de la Tierra y esta sugiere que en algunas ocasiones el ritmo puede llegar a casi 30 centímetros por década, lo cual probablemente se puede considerar como el peor de los escenarios. Un ritmo de incluso la mitad de esto obligaría a una retirada acelerada de las costas y, en opinión de algunos expertos, llevaría a la sociedad a una crisis. Incluso si el ritmo es más lento, muchas de las grandes ciudades del mundo tarde o temprano se inundarían. Los estudios sugieren que grandes reducciones en las emisiones podrían reducir esta alza, lo que ofrecería tiempo crucial para que la sociedad se adapte a costas distintas.
7.¿Son confiables las predicciones?
No son perfectas, pero están fundamentadas en ciencia sólida.
La idea de que la Tierra es sensible a los gases de efecto invernadero está confirmada por varias líneas de evidencia científica. Por ejemplo, la física básica que nos dice que un aumento de dióxido de carbono atrapa más calor se descubrió en el siglo XIX, y se ha verificado en miles de experimentos de laboratorio.
La ciencia climática contiene incertidumbres, por supuesto. La más grande de ellas es el grado hasta el cuál el calentamiento global desencadena ciclos de retroalimentación, como que el derretimiento del hielo marino oscurezca la superficie de los océanos y ocasione que estos absorban más calor, lo cual a su vez derrite más hielo, y así sucesivamente. En realidad, no está claro cómo la retroalimentación podría hacer más intenso el calentamiento; puede que incluso lo contrarreste. Esta incertidumbre quiere decir que los pronósticos computacionales sólo pueden darnos un rango de posibilidades climáticas, no predicciones absolutas.
Pero incluso si estos pronósticos computacionales no existieran, una gran cantidad de evidencia nos dice que los científicos van por el camino correcto. Las pruebas más importantes vienen de un estudio de condiciones climáticas históricas, un campo conocido como investigación paleoclimática. La cantidad de dióxido de carbono en el aire ha fluctuado naturalmente en el pasado; cada vez que sus índices incrementan la Tierra se calienta, el hielo se derrite y los océanos se elevan. Cientos de millas tierra adentro de dónde ahora es la Costa del Este, se pueden desenterrar conchas marinas de playas antiguas que datan de hace tres millones de años. Sin embargo, estas condiciones históricas tampoco son una guía perfecta para el futuro, pues los humanos están inyectando dióxido de carbono en la atmósfera mucho más rápido que la naturaleza misma.
Tiene que ver con su ideología.
La mayoría de los ataques a la ciencia climática provienen de libertarios y otros conservadores, a quienes no les gustan las políticas públicas que se han propuesto para combatir el calentamiento global. En lugar de negociar estas políticas y tratar de llevarlas hacia los principios del mercado libre, han optado por bloquearlas tratando de quitarle legitimidad a la ciencia que las sustenta.
Esta posición ideológica ha sido apoyada por el dinero de las compañías de combustibles fósiles, quienes han pagado para crear organizaciones, financiar conferencias y demás. Los argumentos científicos de estos grupos usualmente se basan en seleccionar datos a capricho, tales como enfocarse en anomalías a corto plazo en los registros de temperatura o en los hielos marinos, y también suelen ignorar las tendencias a largo plazo.
La versión más extrema de negación es el alegato de que los científicos están involucrados en una estafa mundial para engañar al público para que el gobierno pueda tener mayor control sobre las vidas de los ciudadanos.
Sin embargo, a medida que los argumentos empiezan a presentar más fallas, muchas compañías de carbón y de petróleo se han distanciado públicamente de las posturas de negación, pero algunas siguen ayudando a financiar las campañas de los políticos afines a estas opiniones.
9. ¿Los fenómenos meteorológicos extremos están relacionados al cambio climático?
En algunos casos, sí.
Los científicos han publicado evidencia contundente de que el calentamiento climático genera oleadas de calor más frecuentes y más intensas. También está causando tormentas de lluvia más fuertes, y las inundaciones costeras están empeorando mientras que los océanos se elevan por las emisiones humanas. El calentamiento global ha intensificado las sequías en regiones como el Medio Oriente, y puede haber aumentado la sequía en California.
Sin embargo, en muchos otros casos la relación del calentamiento global con ciertas tendencias es incierta o está en disputa. Esto se debe en parte a la poca información histórica confiable sobre el clima. Pero además tampoco está claro, científicamente, cómo los cambios del clima influyen en cierto tipo de eventos.
Otro factor: aunque el clima está cambiando, puede ser que la percepción de las personas del clima esté cambiando más rápido. Internet nos ha vuelto más conscientes de los desastres climáticos en lugares lejanos. En las redes sociales, las personas tienden a atribuir casi cualquier desastre al cambio climático, pero en muchos casos no hay ninguna evidencia científica.
10.¿Hay lugar para la esperanza?
Si compartes esto con 50 amigos, tal vez.
Desde la década de los ochenta, los científicos han estado advirtiendo sobre la necesidad de políticas firmes para limitar las emisiones. Esas advertencias fueron ignoradas, y desde entonces los gases de efecto invernadero en la atmósfera se han acumulado hasta niveles potencialmente peligrosos. Ya es tarde.
Pero después de 20 años de diplomacia casi completamente inútil, los gobiernos del mundo finalmente están empezando a tomar el problema en serio. Un acuerdo que se podría dar en la cumbre de diciembre en París comprometería a casi todos los países del mundo a algún tipo de acción. Líderes religiosos, como el papa Francisco, están haciendo un llamado a la acción. Tecnologías como los carros eléctricos están mejorando. Corporaciones líderes están haciendo promesas atrevidas de cambiarse a energías renovables y detener la destrucción de los bosques. Alrededor del mundo, muchos estados y ciudades están comprometiéndose a ir más allá de las metas establecidas por sus gobiernos nacionales.
Lo que falta son las voces de los ciudadanos comunes, ya que a los políticos les cuesta pensar más allá de la próxima elección y tienden a enfrentar los problemas difíciles sólo cuando la sociedad se organiza y lo exige.