¿Y el equipo de Ramiro?: Enrique Ibarra

Jal.| 12 jul. 2014
Como ciudadano tapatío, me duele que el gobierno municipal esté recurrentemente en crisis. Pareciera que la gestión de Ramiro Hernández, con el ambulantaje, la corrupción que alcanzó ya el desafuero de su correligionaria Elisa Ayón, el episodio porril en contra de Alfaro y de Caro, la violencia en el Estadio Jalisco, el aumento de la inseguridad, la caída del mercado Ogazón y las cenizas que quedaron del Corona, es la reedición bíblica de las 7 plagas de Egipto. En ése páramo de infortunios para la ciudad que ha llevado a su gobierno a una calificación reprobatoria, en la opinión de la gente surgen de manera creciente las preguntas, en dónde está, qué hace el equipo de Ramiro, ya que si bien, él encabeza al Ayuntamiento, este lo integran con holgada mayoría regidores priistas y un vasto equipo de colaboradores. A la mitad de la gestión municipal, es claro que los ediles priistas están cada quién en lo suyo, en sus apetitos individuales. Inclusive es creciente el comentario en el palacio municipal que el Síndico, el único que Ramiro logró incluir en la planilla de candidatos, está más atento a litigios de su despacho que a los intereses de la comuna tapatía. En cuanto a sus colaboradores, con marcadas excepciones, sus conductas no son distintas a la de los ediles priistas. A guisa de ejemplo; Ismael Orozco, jefe de la Oficina de la Presidencia, quien por sus atribuciones legales y su cercanía con el Alcalde, debería de distinguirse por articular la buena marcha del gobierno, y en lugar de ello, se ha caracterizado por una conducta omisa e insolidaria con Ramiro. Los relevos en la secretaría general, obras públicas, planeación urbana, seguridad pública y comunicación, entre otras, son muestras de la ineficiencia de su área. A Ramiro todavía le restan 17 meses de gobierno, por el bien de la ciudad, y por la trascendencia de su papel como gobernante, debe resolver los problemas que enfrenta y evitar que le surjan otros, debe ponerse las pilas y tomar decisiones sin importarle tampoco la malquerencia que le guardan en el equipo del gobierno estatal, lo que corroboré el martes pasado en un restaurant de Chapultepec, cuando me encontré a dos jóvenes colaboradores cercanos del ejecutivo, y más en serio que en broma me preguntaron, "que harían ustedes con Ramiro ante tantos errores, no han pensado en llevárselo a Movimiento Ciudadano...?". Ramiro está a tiempo, de él depende gobernar mejor.
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